17, 18, 19, 20 y 21
17
El equivoco se hace Virtud
cuando se ve y se comprende.
El miedo a equivocarse puede ocurrir
antes o depués del acto,
pero en ambos casos
son fuente de desatino.
Abrirse a la experiencia,
dejar las cosas fluir
y ver lo que de errado tiene cada acto
asienta un camino seguro
en el que el presente es libre del pasado
y no teme al futuro.
18
Creerse señalado por el Destino
y fundamental la obra de uno mismo
es una egomanía perniciosa
en la que encadenamos toda existencia
a la obra del yo.
Semejante carga autodesignada
cansa el ánimo antes de empezar nada
y odia a los otros por inútiles
arrebatando la tarea de sus manos
e impidiendo toda colaboración.
La persona de sabio corazón
se ve como una oveja del rebaño
y no juzga a la primera la obra de otros
más bien agradece la buena fe del que actua
y comprende al que se equivoca.
19
Todo cambio requiere la reasignación de sus partes,
todo verano necesita a su invierno.
Pasar el otoño recogiendo las hojas
para retrasar la entrada de la estación
no atempera el frío.
Engañarse puede hacernos tomar prendas equivocadas
y vestir en primavera como si fuese crudo invierno.
No esquives tu dolor ni tu sufrimiento,
pasa el luto que a ti mismo te pides.
El agua que se contiene y no se deja correr
se acumula y empuja con más fuerza
convirtiendo lo que era una crecida
en la devastación de toda la tierra.
20
El que no busca su camino
y no reconoce su sueños
no encuentra la verdadera senda
y andará negando la construcción de su felicidad.
Acepta que sueñas y deseas
y no rehuses el derecho a tener lo que quieres
pero no conviertas la meta en obsesión,
pues la gloria de la vida,
está en la pureza del camino.
Naciendo las verdaderas necesidades
de la fuente del verdadero yo
estás pertenecen al sendero que te realiza
y por lo tanto no te niegan a ti mismo.
Los deseos prejuiciosos y el apego a falsas ideas
que desvian al sujeto del camino hacia el yo
que se funde con el resto del mundo
lo enfrentan contra si mismo
y contra la Madre que lo nutre.
21
La boca que habla rápido
se muerde pronto la lengua,
el bocado que no se enfría
quema la garganta,
la palabra que no se mide
se convierte en dueña
de quien las pronuncia.
El que se apresura verá acortado sus días
y lleno de escollos su camino,
y habrá pasado el libro de la vida
sin haber leido una sola linea.
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