32, 33, 34
32
Todas las cosas poseen un tiempo,
las formas son temporales,
las transformaciones son constantes
incluso bajo la ilusión de la estabilidad.
¿Que diferencia hay entre vida y muerte?
En ambos casos el universo continúa,
las mismas reglas se siguen aplicando,
se permanece en el cauce natural.
Es imposible de mantener la permanencia,
despreciable estancarse en la inmutabilidad,
agotadora la perspectiva de eternidad,
sobrecargante la excesiva proliferación.
¿No nos producimos, acaso,
perjuicio al rechazar lo que somos?
¿No es recomendable, acaso,
observar lo que es inevitable?
Todo viaje requiere de preparatoria,
todo transito requiere saber dar el paso,
estar listo para el momento
sabiendo mantenerse en la naturalidad,
libera del miedo y trae la paz
en el momento del retorno.
33
Todas las cosas están en un ciclo
y al relacionarse los elementos
se transforman sus procesos.
Cuando las transformaciones
están en la vía natural
se da la armonía
y el mundo se ordena por si mismo.
Si apartamos los tránsitos
de su vía natural
el mundo carecerá de concierto.
Abandonados los cauces naturales
los constructor arbitrarios
gobiernan la cohesión de las cosas
y los conflictos se darán por doquier.
De estas transformaciones naturales,
notable es la conversión a la muerte,
teniendo su propia ordenación.
Esta no surge de intención humana,
apareciendo por trastornos del organismo,
necesidad de alimentación
y defensa de la vida.
Aquel que altera el proceso de la vida
comete el mayor de los errores,
pues aparta a otro ser
de su propio cauce natural.
Tanto el asesinato de otro ser,
como la extensión de la vida
cuando esta ya debería tocar termino,
son desviaciones categoriales
y fuentes de desvarío y dolor.
34
Existencia es una palabra ambigua,
pues nada es en si mismo
y todo está en constante interacción.
Querer más de lo posible,
desear la constancia de aquello
que nos alegró,
produce más sufrimiento
que su propio fin.
¿Acaso habría malestar alguno,
si tomáramos con agradecimiento
y devolviéramos con generosidad?
¿No es por querer para siempre,
por lo que aparece el miedo a perderlo
y el ansia por recobrarlo?
Al igual que el resto de las cosas,
las personas vienen y van
aunque los motivos sean cambiantes.
Si el motivo de la partida
es tan incuestionable como la muerte,
de nada sirven lutos y llantos
para cambiar el nuevo estado,
más allá de la necesidad de desahogo.
La muerte no supone desaparición
y en las personas solo queda
el mismo efecto
que el de una insalvable distancia.
En nada borra el recuerdo,
en nada perturba lo vivido,
incapaz es de diluir los sentimientos
y las transformaciones
que propicio su influencia
permanecerán en el mundo
y las generaciones.
Por ello deberíamos respetar el recuerdo
ser justos en las valoraciones,
aprender de sus experiencias
y transmitir lo mejor de lo vivido.
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