Todo empieza por nosotr@s mism@s

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Llega un momento en la vida en el que no se pueden echar más balones fuera. Somos l@s autor@s de nuestra propia vida. Es cierto que hay muchos agentes externos que nos condicionan, que interfieren en lo que queremos hacer, pero siempre hay un camino. La situación que nos atrapa no es inmutable ni estática y si queremos salir de ella tenemos que usar nuestra fuerza de voluntad, buenas compañías y consejos inspiradores y prácticos a nuestra medida. Si cronificamos nuestra infelicidad es porque la forma de recorrer el camino es errónea. Tenemos que mirar nuestras cartas y ante todo contar con las personas que nos rodean. Un mal hábito, una mala relación, una adicción, una situación económica precaria, una mala vida... todo eso puede ser transformado si realmente queremos y usamos las herramientas adecuadas y, sobre todo, si nos apoyamos en l@s demás.

Es cierto que hay problemas contra los que nuestra voluntad poco puede hacer. Una muerte, el desempleo forzoso o una enfermedad incurable son cosas contra las que solo se puede capotear e intentar una forma distinta de abordarlas. Pero lo más frecuente es que nada de esto sea lo que nos esté envolviendo. Seguramente nos veamos atrapad@s en el autodesprecio, el hastío, el miedo o la soledad y que lo que hacemos sea solo una forma de dejar escapar el malestar que nos produce. No hay nada de extraño en sentirse así. Frecuentemente creemos que el problema que tenemos o como nos sentimos es algo único y vergonzoso. Es normal que creamos eso, ya que cada vez más nos vemos empujados a formas de vida que nos separa del resto. Nos hemos vuelto finalistas, es decir, todo es por y para algo y eso incluyen las relaciones personales. Cuando quedamos es para ver una película, jugar algo, entrenar, comprar o cenar. El único fin que se nos ha olvidado es la realización personal, el hacer y estar por el mismo gusto de llevarlo a cabo, sin lograr nada más. Es frecuente que esto se consiga junto a los demás, a través de una intimidad tranquila y natural en la que nos abrimos a quien tenemos delante, queriendo lo mejor para la persona con la que tratamos.

Nos hemos distraído de la vida y el tiempo que tenemos los gastamos en "hacer". Siempre para obtener algún tipo de seguridad, reconocimiento, conocimiento o autoridad. Y así vamos gastando nuestros días y cuando termina hemos sido engranajes de una gran maquina, sin haber disfrutado, sin ser lo que somos realmente, siempre retozando en la deuda de garantizar el mañana olvidando el presente. Lo peor de esto, es que se convierte en un ciclo, en el que el no ser y estar como deberíamos crea en nosotr@s un malestar que intentamos aplacar mediante la receta "hacer, hacer, hacer" y así convencernos de que somos personas valiosas, eficaces e independientes. Con los ojos en la finalidad marcamos una ruta que aumenta nuestra artificialidad y nos aleja más de la felicidad.

A pesar de lo que se suele decir, para mi la felicidad no es un estado. El placer, momentáneo, y el bienestar, más contextual y estable, si lo son. La felicidad es un actitud en la que lo que impera es el optimismo, la mejora de las soluciones ante los problemas, la aceptación de las desgracias y la permanente búsqueda de la naturalidad. Es una forma de confrontar el mundo, un modo de hacer en el que el resto de las personas forman un papel fundamental. No hay naturalidad y desarrollo personal si no es con y a través de l@s otr@s. La propia raíz del ser humano es ser social. Su propia constitución lo hace dependiente del resto de su especie a todos los niveles. Ya sea para producir los recursos esenciales, comprender el mundo, suavizar sus malestares internos o llenar su tiempo de juego.

Pero nuestra Humanidad pretende ser sustituida por la mecánica del finalismo y la producción desmesurada. Quizás porque las cosas han sido demasiado difíciles y no quedó más remedio, porque tomamos una idea errónea que desembocó en esto o porque alguien no supo escucharse. La opresión y el abuso está en todos los sitios, ya sea en el funcionamiento del Estado, el colegio, las formas de ocio y nuestro propio hogar. Pero solo hay una cosa estable, y es la mutabilidad del mundo. Todo cambia y el ser humano ha demostrado tener la capacidad para intervenir en las transformaciones.

El estado de desgracia que sufre el mundo y nosotr@s mism@s, puede mitigarse hasta desaparecer. Es difícil, porque la estructura de nuestra sociedad se ha construido con cimientos en parte ajenos a nuestra Humanidad y parte de ese sistema está en nosotr@s. Tomar conciencia de las formas que nos alejan de la naturalidad nos permite romper con todo eso. Pero no podemos esperar a que ocurra por si mismo, las cosas grandes se empiezan por sus partes más pequeñas. Debemos romper esas barreras, que se asientan ante todo en el miedo y la desconfianza.

Cambiar el mundo social empieza por la amabilidad y la honestidad para con nosotr@s mism@s y el resto de las personas que nos rodean. Querer a l@s demás es el gran misterio que hay que comprender para llegar a la felicidad personal y convertir el mundo en un lugar más habitable. Cuando queremos y nos quieren, nuestros problemas tienen solución, se comparte lo que se tiene, se acepta lo que se es y son el resto y podemos vivir en armonía y naturalidad con el resto de la Madre Tierra. Lo se porque lo creo y lo experimentado, porque sin mi familia, que trasciende las lineas de sangre, pasando por mis amig@s y se convierte en el mundo en si, yo habría sido incapaz de escribir estas lineas.

Comentarios

  1. Dani!! muy buena reflexión!! Solo podremos cambiar a las personas cambiando el ambiente que nos rodea, re-evolucionándonos a nosotros mismos.

    Podemos cambiar el mundo actual pero no lo hacemos porque nos tienen condicionados a través del control de estímulos; estímulos por los que cada vez pagamos más y cada vez obtenemos menos dinero para conseguir estos. Y con estímulos me refiero a los bienes materiales y me puedo referir a reforzadores condicionados de tercer y cuarto orden (un coche, una casa, un billete de avión, etc).

    En vez de hacer un contra-control (poner nuestras propias condiciones y rechazar las impuestas) seguimos en el juego que los ricos nos proponen, porque estamos tan enganchados como una persona con una ludopatía a una máquina tragaperras. Y como bien sabes, es muy dificil salir de un vicio tan fuerte sin ayuda de especialistas. La pregunta es si hay realmente un especialista para tratar el capitalismo.

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  2. Me encanta tu capacidad para traducir lo que sea en el lenguaje científico de la psicología. En cuanto a lo de los especialistas, creo que los tendremos que inventar, aunque ya hay bastante escrito desde bastantes perspectivas científicas, filosóficas y religiosas que además encajan a la perfección.

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