Instrucciones para salvar al mundo en ocho pasos.
1º No considerar que hay unas
instrucciones para salvar el mundo. Tener un criterio fijo sobre como
deben ser las cosas y mantenerlo a toda costa es lo que da lugar a
que estemos divididos y expuestos. Hay muchas maneras de intentar
hacer del mundo un lugar mejor y muchas de ellas no tienen por que
ser incompatibles. Si prefieres el veganismo y yo quiero seguir
comiendo carne ¿porque nos vamos a enfrentar si queremos que los
animales tengan una vida digna? La mayoría de las cruzadas
personales que tenemos se deben más a la necesidad de garantizar
nuestro punto de vista y ahorrarnos inseguridades que a su capacidad
demostrada de ayudar.
2º Tomar conciencia de nosotr@s
mism@s. Vivimos en un estado de atención silenciosa a las
exigencias externas. Quién debemos ser, como nos debemos comportar,
que nos debe gustar, que debemos estudiar, en que debemos trabajar,
como debemos vestir, con quien tenemos que estar y un sinfín más de
clausulas para ser una persona de bien. El resultado final es que
somos un sujeto más de tantos, listo para obedecer las ordenes
sutiles que nos dan desde la sociedad. Incluso la apariencia y
comportamiento de "antisistemas" y "opositores"
está predefinido por el discurso social. Así favorecer al status
quo de la misma y nos volvemos infelices que deben aparentar ser
felices, por lo que la causa de nuestros problemas siempre serán
otras personas.
3º Empezar de forma activa una lucha
interna contra las creencias que nos han obligado a tomar. Para que
las cosas se mantengan y perduren es necesario que en la sociedad
fomente una serie de formas de entender la vida. No tenerlas
supondría que el control que ejercen sobre nosotr@s desapareciera.
Temas como el cuidado personal, la sexualidad, las relaciones
personales, las formas de ocio o la educación se encuentran
mediatizados para que mantengamos un patrón. Lo malo es que estas
formas de pensar y proceder son nocivas y desnaturalizadas, por lo
que nuestro comportamiento nos hace sufrir sin darnos cuenta de que
esta es la fuente del daño. Por lo común, estas creencias tienen su
raíz más profunda en el miedo, la inseguridad, la desconfianza y la
posesión, ya sea de personas o de bienes. Hay que combatir estas
creencias y buscar el camino que realmente ayuda a cada cual a ser
feliz dentro de una comunidad sana.
4º Poner de relevancia la necesidad
del otr@ y de su cuidado. Las personas necesitan a las demás
personas, ya sea por cuestiones afectivas, de cuidados, de
integración de habilidades o para la obtención de recursos. Además
de que una persona sola aprende mucho más lentamente que alguien que
comparte su opinión y trabajo personal con el resto. Mientras más
intima, profunda y honesta sea una relación mayor conocimiento de la
otra persona y de uno mism@ se obtiene. Con esto, es de sentido común
que dañar al otro, tener relaciones de desconfianza o de abuso,
termina por repercutirnos negativamente de alguna manera.
5º Tomar conciencia de donde estamos y
las consecuencias de nuestro consumo. Nuestros pensamientos y
acciones tienen consecuencias. Puede que hayamos creído que nuestros
actos no repercuten en el mundo, pero eso no es cierto. Aunque sea a
pequeña escala, tenemos influencia en todo el planeta. Las compras
son una de esas palancas de acción. En un sistema en el que el poder
se mide en el dinero y en control de los recursos que las grandes
empresas tienen, poder elegir que productos consumimos es muy
importante. Muchas de estas empresas, (bancos, supermercados,
farmacéuticas...) tienen negocios turbios a sus espaldas que se
descubren solo investigando un poco. Al pagar por lo que nos ofrecen
estamos premiando sus acciones y dándole beneficios por todo aquello
que hayan hecho. Por ello es muy importante informarse para saber si
estamos contribuyendo o no a hacer algún daño.
6º Agruparse para alcanzar metas
comunes. Sin la complementación de puntos de vista, nuestras metas
llegan a poco. Nos resulta necesario, por nuestras limitadas
capacidades, escuchar lo que otros nos puedan aportar, además de que
sobrecargarse con responsabilidades y actividades ni es bueno, ni
eficaz, ni útil. Un trabajo bien repartido y planificado por un
grupo de personas que saben compenetrarse lograrán más de lo que
una sola y recelosa.
7º Participar en los problemas que
tiene la comunidad. Todo grupo humano tiene problemas, ya sea por
cuestiones de recursos, conflictos interpersonales, personas que
requieren cuidados, etc. Fomentar el cuidado y la atención dentro de
la comunidad creará redes de apoyo que beneficiarán a todos los
participantes, ayudándolos en tiempos de adversidad, sea esta del
tipo que sea.
8º Vincular y conectar las comunidades
y los grupos de trabajo. La comunicación y el intercambio de las
habilidades y recursos de unos y otros será suficiente para plantear
las soluciones a cualquier problema que se planteen de una forma
mucho más potente que la anterior. Estas conexiones serán además
una vehículo para la voz de la ciudadanía y un organismo vivo que
conocerá sus necesidades y sabrá plantearlas y luchar por su
satisfacción.
1. No considerar que hay unas instrucciones para salvar el mundo.
ResponderEliminarEntonces las otras nueve sobran, ¿no?